LA RUE CHINOISE (La calle china)

a calle china es uno de los espectáculos más pintorescos del Extremo Oriente. Cautiva al viajero por su vitalidad, el encanto y la infinita variedad de sus siluetas familiares y la multitud de vehículos que la abarrotan.
En las aceras, donde el tráfico es tan denso, se topará con multitud de pequeños comerciantes cuyos puestos son tan pequeños que a menudo los llevan a hombros. Peluqueros y zapateros, faroleros y sacamuelas, médicos y fabricantes de ataúdes se suceden en constante desorden y alegría. Y qué decir de los puestos donde los clientes llevan sus peces de colores en una hoja de plátano llena de agua, comen la deliciosa sopa china y degustan los huevos a la parrilla, una especialidad local y… que lo seguirá siendo.
Más adelante, los niños organizan peleas de cricket tan emocionantes que pasan por alto un funeral chino, un colorido espectáculo en el que la lenta procesión de familiares entristecidos termina con la visión de un orpheon encargado de entretener al difunto.
Una vez concluido el funeral, la vida se reanuda, animada y apacible al mismo tiempo, mientras un monje parece golpear incansablemente con su campana de oración la eterna ronda de los pequeños oficios de la calle china.