


Gran Paradiso es el nombre de este mundo perdido en los Alpes italianos, donde plantas, animales y silencios amenazados han encontrado refugio. Un mundo donde las cascadas siguen rugiendo por su propio placer, el del sol o el del abismo. Los bosques no conocen el hacha, las flores no se recogen y los animales ya no temen al cazador. Los rebecos trepan con toda tranquilidad por las empinadas laderas de los névés, donde juegan, mientras la marmota, muy atareada, se marcha a pastar su desayuno matutino, recelosa del águila que afila sus plumas al viento helado de las cumbres o del joven zorro al que aún le falta espíritu astuto. Mediodía… El calor es cada vez más intenso. Los animales buscan instintivamente refugio de la tormenta, que estalla y desaparece tan rápido como llegó. Ahora los animales se secan al sol que se desvanece. Pronto sólo se vislumbra el ocaso en un pequeño lago, y los animales del Gran Paraíso pueden esperar tranquilamente la promesa del amanecer.