


La máquina de Marly, que suministraba agua a Versalles y a los estanques del parque, fue condenada. Su desaparición trae a la memoria la primera máquina, cuyo recuerdo está ligado al castillo de Modave, en las Ardenas, a 50 metros por encima de las orillas del Houyaux, y para la que se necesitaba mucha agua. Un carpintero de Lieja, Rennequin Sualem, analfabeto pero experto en hidráulica, consiguió elevar el agua. En 1667, en un momento en que el parque de Versalles empezaba a quedarse sin agua, Arnold de Ville, tras admirar la bomba de Modave, utilizó sus contactos para hacerse aceptar por el Rey, que le confió las obras hidráulicas de Versalles. Pero el rápido estudio de los engranajes de Modave no fue suficiente y tuvo que recurrir a Rennequin Sualem, quien, colmado de honores, se proclamó inventor de la máquina, mientras que Sualem se contentaba con una pensión y un epitafio en su lápida de la iglesia de Bougival, reconociéndole como «único inventor de la máquina de Marly».