Con la marea baja, el mar descubre lo que la ola indiferente ha abandonado. Transparencias cristalinas por doquier. Aquí hay un charco, un pequeño espacio lleno de riquezas y formas cambiantes, donde cada mata de algas oculta una criatura viva: una anémona, un pez de roca, gambas, un cangrejo. En este mundo de cristal reina la feroz ley de la selva: matar para vivir, comer o ser comido. El tiempo pasa, la marea sube con solemne lentitud. Las algas cantan el profundo aliento del abismo. La marea reclama cada poza, una tras otra. Y el mar, incansablemente suave y cruel, comienza ahora a remover de nuevo el pasado y el futuro.
Versión digitalizada en blanco y negro , versión original en color