


Para muchos, la iglesia de Saint Pierre d’Aulnay, en Saintonge, es la obra maestra más lograda del arte románico en Francia. Fue una de las principales paradas del peregrinaje a Santiago de Compostela. La contemplamos como lo hacían los peregrinos antaño. Sus alegrías, sus penas, las leyendas que se contaban unos a otros, los sueños que tenían bajo las bóvedas, nos los trae la voz de una niña. A su llamada, las piedras doradas cobran vida. Bajo la caricia del sol, las sombras y las luces adquieren una carrera salvaje, los demonios hacen muecas y los monstruos del Bestiario de Oriente cobran una vida misteriosa.