


De nosotros depende resolver el problema del mal de altura, que a veces tiene consecuencias trágicas.
Recientemente, en el Observatorio de Vallot, cerca del Mont Blanc, se lanzaron en helicóptero tres toneladas de material y equipos. Se trata de una operación delicada, en la que la más mínima ráfaga de viento no perdona, y difícil para los hombres, que tienen que trabajar tanto en altitud. Durante un mes, el doctor Rivollier y sus compañeros realizaron meticulosos experimentos y pruebas psicológicas para definir las causas y los efectos de una enfermedad que padecían la mayoría de ellos. Acostumbrarse a la altitud variaba de una persona a otra. Para algunos fue inmediata, para otros más lenta, y uno de ellos mostró signos de insuficiencia aguda.
Había que llevarle de vuelta al valle inmediatamente. Al descender, el helicóptero se topó con una cortina de nubes infranqueables. Pero tenía que bajar… El combustible se estaba agotando. Por fin, un débil rayo de luz. El paciente se había salvado.