


Cientos de juncos se deslizan por los ríos de Cochinchina. Su destino es Cholon, la gran ciudad china y centro comercial de todo el sudeste asiático. Un largo canal, el Arroyo, la atraviesa de punta a punta, donde una multitud de sampans se agolpan en las orillas, verdaderas casas flotantes donde la gente bebe, come, duerme y trabaja.
El «Canal aux Bois» reúne todas las industrias que utilizan la madera, desde las fábricas de sampanes hasta los fabricantes de «jossticks», pequeñas barritas de incienso cuyo humo recuerda al de las pagodas chinas, donde el espíritu religioso, tal como lo entendemos, parece ausente.
Aquí, los dioses son figuras históricas elevadas por la creencia popular al rango de patronos o protectores. Dioses muy debuenos que presiden la consulta de conjuros y sólo exigen un poco de incienso a cambio. Todo ello se desarrolla en un ambiente de feria alegre y bonachona, muy inesperado en un lugar sagrado.